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Marisabel Rodríguez

El Monte Sur


Marisabel Rodríguez, arquitecta paisajista, profesora y Directora, Escuela de Arquitectura Paisajista, UPPR

En espera de que los Reyes traigan mi regalito, se me ocurre oportuna la ocasión de poderles narrar historias de jardines de nuestro lar.

Se me antoja revelar el cuento de un regalo que vive en el corazón de Hato Rey, pero por pocos conocido. Como nadie es profeta en su Tierra, lo saben Melchor, Baltasar y Gaspar, relaté el cuento a los sabios para que a ustedes llegue de sus labios. Cuentan de edificios de medias lunas que desde tierras lejanas vinieron a diseñar otros sabios. El arquitecto Edward Larabee Barnes trazó los edificios en curva y al arquitecto paisajista Hideo Sasaki llamaron para organizar la turba de matas que en los jardines sembrar.

Narran que sin mucho dilatar el buen señor Sasaki trazó curvas, levantó planos, niveló hendiduras y del predio sacó figuras, promontorios y llanuras para el ocio de residentes, transeúntes y visitantes. Un espacio democratizante donde poder relajarse y en el que la vista llegase hasta donde el ojo alcanzase. Así las cosas fue necesario diseñar donde la gente se sentara y Sasaki presto ajustó los bancos para que a la curva se acomodaran. Desde el jardín logró que pareciera que el edificio flotara entre tanta grama y lomita, como si hubiera puesto una alfombrita donde comer los camellos.

Los Magos lo agradecieron, pero también increparon, ¿Por qué tanta falta de adorno en ese pedazo del terruño borincano? Dicen los más ancianos, y por ello más conocedores, que en aquella etapa temprana, con la escasez de adorno se buscaba demostrar a la clase humana que la hermosura es un valor que cambia según la etapa en que vivimos. ¿Por qué tanta mata verde y tan poquita flor? Porque el resplandor de las plantas se halla en la multiplicidad de verdes de la / guardarraya más que en el puntual color.

Y ya con esto me despido, pues le vine a regalar en esta columna casual un chispito de lo que ha sido motivo de orgullo y placer de las cosas hermosas con que cuenta el suelo de Borikén. Por los apartamentos El Monte asoman los tres coronados de Oriente dejándole saber que el paisaje es legado del terruño borincano. Sépalo querer hermano, de la torre Norte o de la Sur, que usted vive a diario lo que imaginó Sasaki.